La Triunidad desde la Horizontalidad y la Verticalidad

En esta oportunidad abordaremos los números desde una perspectiva que invita a reconocer su carácter simbólico y a descubrir la vida, la forma y el pensamiento que en ellos se imprime a través de los principios universales e inexorables que representan. De este modo podremos dar una base contundente al principio de la triunidad para ampliar su expresión tanto en lo horizontal como en lo vertical desde la perspectiva de la escritura occidental; ésto haciendo uso de procedimientos que se pierden en la noche de los tiempos y que corresponden al valor secreto de los números y sus reducciones.


Raynaud, S. (1957). Propósitos Psicológicos: Simbología Oculta (pp. 26). Caracas, Venezuela: Talleres Gráficos Editorial.  


La Triunidad desde la Horizontalidad y la Verticalidad


En principio podemos afirmar que el concepto de la triunidad está inscrito, ya sea implícita o explícitamente, en la base de la mayoría de grupos religiosos y filosóficos formados desde la más remota antigüedad y, teniendo en cuenta que este vasto campo de investigación ya ha sido incursionado por numerosos autores, abordaremos dicho concepto desde una de sus capas de interpretación que corresponde a su expresión numérica.

Podemos decir que todos los números hasta el infinito se reducen a tres principios que se sustentan en los tres primeros números, sin embargo este enigma, que define a la trinidad como una unidad (triunidad), sólo lo podremos resolver con la aplicación del procedimiento para hallar el valor secreto (V. S.) de los números y sus reducciones, teniendo en cuenta que importa más el significado del procedimiento en sí que el resultado. Es interesante notar que el V. S. de un número corresponde a la sumatoria de todos los números que lo preceden incluyéndose, como si las experiencias en el mundo numérico también fueran acumulativas, dejando al descubierto dos expresiones en la vida del número: una externa (exotérica) que corresponde al mismo y una interna (esotérica) que corresponde a dicha acumulación experiencial expresada por su V. S. que en su forma va generando una pirámide como lo vimos en la imagen anterior.

De este modo podemos afirmar que el número 1 comprende lo no manifestado (0) y la manifestación (1) ya que su V. S. sería 0 + 1 = 1, así como el número 2, teniendo en cuenta que su V. S. es 3 (0 + 1 + 2 = 3), comprendería lo no manifestado (0), la manifestación (1) y el principio de polaridad (2).

Aplicaremos este método a todos los números como punto de apoyo para penetrar en sus secretos y responder a la pregunta que naturalmente nos rodea: ¿Cómo es posible que todos los números se puedan reducir a los tres primeros?...comencemos con nuestro viaje simbólico.



Comenzamos con el número 1 que es el punto de partida de un principio que podríamos dejar desapercibido, puesto que su sencillez es fácil de obviar ante el hecho de que se genera a sí mismo por su V. S. 1 (0 + 1 = 1), pero que simbólicamente corresponde al principio activo/emanativo que contiene toda la información genética para la vida; como la semilla que en campo fértil despliega la vida y futura existencia.

1

En el número 2 vemos cómo esta semilla, por el principio de polaridad, se desarrolla en dos mundos expandiendo sus raíces en las profundidades de la tierra y desplegando su primer tallo hacia las alturas celestes para obtener el alimento dual del universo. Su V. S. 3 (0 + 1 + 2 = 3) revela un principio pasivo/receptivo y generatriz en el cual éste recibe la semilla del número 1 en su seno para generar al número 3; es interesante notar que la misma forma del número 2 hace alusión al vientre materno que gesta por la recepción de dicha semilla.

1         2

En el número 3 encontramos no sólo el principio neutro que equilibra las fuerzas precedentes, y que está muy bien representado por el triángulo equilátero, sino la intención potencial evolutiva de un nuevo movimiento en sentido vertical por la fuerza de voluntad que expresa su V. S. 6 (0 + 1 + 2 + 3 = 6). Siendo de carácter neutro el número 3 genera al 6 que, como veremos más adelante, también hace parte de este principio equilibrante sobre el cual se conforma una nueva triunidad en sentido vertical que guarda una profunda enseñanza sobre la manifestación evolutiva y su liberación.

En este punto podemos decir que hemos abordado todo lo existente en el cosmos, puesto que hemos dilucidado los tres principios sobre los cuales reposa el infinito; sin embargo debemos seguir adelante para corroborar dicha aseveración con fundamento matemático, y así comprender por qué los antiguos decidieron imprimir en la primera letra de nuestros alfabetos sagrados el triángulo equilátero como representación de éstos principios.

1         2         3

En el número 4 vemos la confirmación del principio activo/emanativo revelado en el número 1, puesto que si reducimos su V. S. 10 (0 + 1 + 2 + 3 + 4 = 10) obtenemos el número 1 (1 + 0 = 1) como atracción inexorable hacia la unidad. Imaginemos que en la línea horizontal de una cruz (+) tenemos en los dos extremos elementos de carga negativa y así mismo elementos de carga positiva en la línea vertical; si intentamos unir los cuatro elementos de esta forma dispuestos las fuerzas de repulsión harían girar dicha cruz perpetuamente de manera que el círculo unitario quedaría como única expresión...como un círculo puesto en rotación por la cruz. Por esta razón es necesario ubicar al número 4 bajo el 1 empezando a formar la primera columna correspondiente al principio activo/emanativo.

1         2         3

4

En el número 5 encontramos nuevamente el recuerdo de la forma ventral del número 2 como emblema del envolvimiento maternal que en su vientre recibe la semilla para gestar y generar; en este caso el número 5 recibe la semilla del 4 para generar al 6 como lo podemos ver en su V. S. 15 (0 + 1 + 2 + 3 + 4 + 5 = 15) reducido (1 + 5 = 6). De este modo nos vemos obligados a ubicar el 5 bajo el 2 empezando a formar la segunda columna correspondiente al principio pasivo/receptivo.

1         2         3

4         5

En el número 6 empezamos a explorar la expresión de la triunidad en sentido vertical que hasta este punto genera un proceso de evolución e involución, teniendo en cuenta que el número 3 genera al 6 por su V. S. 6 (0 + 1 + 2 + 3 = 6) y el número 6 genera al 3 por su V. S. 21 (0 + 1 + 2 + 3 + 4 + 5 + 6 = 21) reducido (2 + 1 = 3). Por este motivo podemos decir que este número representa la realización de la involución como equilibrio entre nuevas fuerzas encontradas, puesto que es generado por el 3, como principio neutro, y por el 5 representante del principio pasivo y generador; además de su clara importancia como agente de equilibrio en la unión cósmica entre estos dos mundos que se podrían asimilar al macrocosmo (3) y al microcosmo (5). Por este motivo debemos ubicar al 6 bajo el 3.

1         2         3

4         5         6

En el número 7 encontramos nuevamente un regreso a la unidad, como consumación de un ciclo eterno y como símbolo del infinito numerado en su regreso al principio por el carácter de su V. S. 28 (0 + 1 + 2 + 3 + 4 + 5 + 6 + 7 = 28) reducido (2 + 8 = 10, 1 + 0 = 1). Así mismo podemos encontrar éste símbolo manifestado en ciclos helicoidales como las 7 notas musicales, de la estructura irregular en el efecto sonoro, y los 7 días de la semana entre otros. De este modo el número 7 concluye la primera columna correspondiente al principio activo/emanativo.

1         2         3

4         5         6

7

En el número 8 nos vamos acercando al final del ciclo completo de manifestaciones cósmicas expresadas en el sistema numérico; es increíble ver cómo este número en su forma es similar a sus precedentes 5 y 2, con dos vientres (8) como “Madre Universal encerrando en su seno el conjunto de los seres nacidos de la multiplicidad y como estado de la feminidad virgen y fecundable” (Raynaud, 1956, p. 29). Siendo el generador del número 9 por el carácter de su V. S. 36 (0 + 1 + 2 + 3 + 4 + 5 + 6 + 7 + 8 = 36) reducido (3 + 6 = 9), así como el 5 fue generador del 6 y el 2 generador del 3, es importante culminar la segunda columna correspondiente al principio pasivo/receptivo ubicando el número 8 bajo el 5.

1         2         3

4         5         6

7         8

Para finalizar este recorrido simbólico nos encontramos con el número 9 que magistralmente concluye no solamente el proceso secuencial de la triunidad en sentido propiamente horizontal (1 - 2 - 3, 4 - 5 - 6, 7 - 8 - 9), sino el proceso evolutivo/involutivo nacido de la triunidad vertical (3 - 6 - 9) que por gracia potencial del pensamiento en su realización lo podemos designar como el número del hijo/a. Como consecuencia de la separación del principio (3 - 6) y la incorporación al principio (6 - 3) el número 9 se establece como el punto neutro equilibrante de dicho proceso, generando el más profundo e inconcebible de los misterios teniendo en cuenta que, siendo parte del principio neutro, restaura la esencia del número 1 como principio activo/emanativo que se genera a sí mismo desde lo no manifestado como lo podemos comprobar con su V. S. 45 (0 + 1 + 2 + 3 + 4 + 5 + 6 + 7 + 8 + 9 = 45) reducido (4 + 5 = 9).

1         2         3

4         5         6

7         8         9

“Un antiguo Axioma esotérico dice que el 9 no hace otra cosa fundiéndose en el 10, que perderse en el cero para realizar nuevamente el milagro de la Unidad. Nueve es el pasaje del Espíritu a la materia, el símbolo de la encarnación y de la transmutación”.

Para finalizar podemos afirmar que todos los números subsiguientes sólo son reflejo de los primeros 9 y sus principios bien establecidos, ya que, teniendo en cuenta sus reducciones, terminan siendo una reexposición exacta de su Vida, Forma y Pensamiento: 10 (1 + 0 = 1), 11 (1 + 1 = 2), 12 (1 + 2 = 3), 13 (1 + 3 = 4), 14 (1 + 4 = 5), 15 (1 + 5 = 6), 16 (1 + 6 = 7)…

- Raynaud, S. (1956). Propósitos Psicológicos: Principios sobre la Verdad y el Misterio de los Números (pp. 29 y 30). Editorial Diana.

Paul Sánchez Salcedo


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